– En los próximos cinco años examinarán a las personas «muy expuestas» a la erupción, población general, niños y personas con patologías previas
MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) analizará el impacto de la erupción del volcán Cumbre Vieja, de La Palma, en la salud de más de 2.000 personas de la isla durante los próximos cinco años. Lo hará gracias a la puesta en marcha del estudio «más ambicioso» planteado hasta el momento sobre los efectos de una erupción volcánica en la salud humana, tanto por el número de participantes como por la medición de parámetros y por tiempo de seguimiento.
Así lo defendió este lunes la Separ en un comunicado en el que subrayó que se trata del proyecto ‘Ashes ‘(cenizas, en inglés), cuyo título completo es ‘Análisis de la exposición y los efectos sobre la salud respiratoria de la erupción volcánica en Canarias’ y que fue presentado en el marco del 55º Congreso Separ celebrado estos días en Pamplona.
El investigador principal del estudio, miembro de Separ y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago de Compostela, Alberto Ruano, explicó que el proyecto tiene «tres grandes objetivos» relacionados con la salud respiratoria de la población expuesta a la erupción de La Palma que, a su juicio, requerirán de la realización de tres estudios para determinar «qué impacto ha tenido esta» sobre la población adulta, la población infantil y sobre pacientes respiratorios «en un estudio de cohortes que tendrá un seguimiento a cinco años».
En noviembre de 2021, cuando el volcán Cumbre Vieja de la Isla de La Palma se encontraba aún en erupción, la Separ decidió que «era importante contribuir al conocimiento científico» a través de un estudio «que permitiese conocer el efecto de la erupción en la salud de la población de la Isla de La Palma, tanto sobre personas sanas como sobre personas que ya tenían alguna patología respiratoria diagnosticada», según Ruano, que comparte el rol de investigador principal con la neumóloga pediátrica del Hospital Universitario de Canarias-Tenerife Valle Velasco y el coordinador del área de enfermería respiratoria de Separ, David Díaz.
20 ESPECIALISTAS
Para llevarlo a cabo, se constituyó un grupo de expertos multidisciplinar con profesionales con experiencia investigadora en enfermedades respiratorias, diseño de estudios epidemiológicos y análisis de compuestos tóxicos volátiles y se diseñó un protocolo de investigación aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica de Tenerife.
En concreto, cuenta con 20 especialistas en enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, patología intersticial, enfermedades ocupacionales y medioambientales, además de con epidemiólogos y con la colaboración del Centro Nacional de Sanidad Ambiental.
INVESTIGACIÓN
La investigación implicará la realización de un cuestionario a todos los participantes, a los que también se someterá a pruebas de función respiratoria y a la obtención de muestras biológicas para determinar marcadores de exposición a los productos de la erupción volcánica.
Con un diseño epidemiológico «muy cuidado», el estudio pretende formar cuatro grupos de investigación diferenciados, el de personas «muy expuestas» al efecto de la erupción volcánica, incluyendo aquellas con acceso a la zona de exclusión y dedicadas profesionalmente a la recogida de ceniza volcánica; el de población general, que ha residido en la zona más cercana a la erupción y que será comparado con población que reside en la zona de la Isla de La Palma más alejada de la zona eruptiva; el de población pediátrica, que ha residido en la zona más cercana, comparada frente a niños residentes en la zona más alejada, y enfermos de patología respiratoria diagnosticados antes de la erupción, en los que se comparará su efecto con sus valores clínicos previos.
A juicio de Ruano, el estudio aportará un conocimiento científico «muy valioso, generando la mejor evidencia científica hasta la fecha» sobre el efecto de las erupciones en la salud humana y también sobre el «tipo de medidas que se deberían adoptar basándose en su efecto ante posibles erupciones futuras».