– Buscan más fuentes de financiación para dotar de más medios al Hospital de Saint Joseph
MADRID, 24 (SERVIMEDIA)
Especialistas españoles del Hospital Universitario de Fuenlabrada apoyan al Hospital de Saint Joseph de Bébédjia y al Centre de Handicapés de Doba en Chad, gracias al proyecto ‘EnganCHADos’. Han logrado que muchos bebés puedan gatear, y que otros puedan volver a mover brazos o piernas agarrotadas, para dejar de ser ‘niños serpiente’ como dolorosamente se les conoce, ya que se van arrastrando. En estos centros se atiende a más de 6.000 de niños al año y a unos mil pequeños con discapacidad.
«En mi foto de perfil estoy con Blanchie, la mamá de un niño que sufrió un daño cerebral severo por malaria, que es el que está sujetando ella. Es uno de los niños que empezamos a tratar desde su ingreso hospitalario y al que pude ver los años siguientes: había conseguido desplazarse por sí sólo, comer por sí sólo», explica a Servimedia la doctora Paula Peña, que sujeta en la imagen a Marie, también hija de Blanchie.
El pequeño es uno de los cientos de pacientes que se han tratado en el Hospital de Saint Joseph en la región de Bébédjia, que se beneficia del proyecto ‘EnganCHADos’. Su madre, que falleció poco tiempo después, fue «la mejor alumna y también amiga» de la doctora Peña, médico especialista en Rehabilitación del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid). «Blanchie le aplicaba la terapia a su hijo y trabajaba con él un montón hasta que murió», dice la doctora Peña. «Por eso llevo su foto en el móvil, es mi homenaje».
QUÉ ES UN ‘NIÑO SERPIENTE’
Con la expresión ‘niños serpiente’ se conoce precisamente a los menores con discapacidad que no pueden andar en el Chad. En la mayoría de los casos se produce por dos de bestias negras de los niños en este país africano: malaria y meningoencefalitis infecciosa o tuberculosa, que pueden causar discapacidades severas. Entre ellas, las que afectan a la movilidad de las extremidades. Además, siguen existiendo casos de polio, enfermedad que se creía erradicada hace unos años del continente africano.
Según Paula Peña, cuando un niño pasa una malaria cerebral, la forma más grave de la enfermedad, -y estos niños contraen malaria unas tres o cuatro veces al año-, pueden tener una afectación cerebral. «Al despertar de ese proceso, en el que están medio comatosos, convulsionando durante semanas, despiertan con una afectación normalmente de las cuatro extremidades; despiertan muchos ciegos, muchos sordos».
Entonces se convierten en un niño que es una carga para la familia, y si además son ‘niños serpiente’ (no pueden andar) y no sólo son una carga, «sino que también son vistos como un tipo de maldición».
Precisamente la doctora Peña fue al Chad a instancias de las misioneras combonianas de Saint Joseph que se ocupaban de estos niños afectados por malaria cerebral y quedaban convertidos en ‘niños serpiente’, es decir con afectaciones motoras muy graves.
La doctora revela que hay niños muy enfermos a los que «la familia les proporciona productos de medicina tradicional y se mueren en el mismo ingreso», o bien «les dejan morir», al convertirse en los últimos en comer en su casa o aumentar el número de días en que se acuestan sin tener nada en el estómago.
REHABILITAR BRAZOS Y PIERNAS
Por ello, la especialista, y previamente una fisioterapeuta, viajaron al país africano para enseñar a los enfermeros alguna técnica de rehabilitación neurológica que pudiese hacer que estos niños volvieran a caminar, ya que «si puedes caminar y puedes llevarte la comida a la boca, tienes una oportunidad en el Chad».
«Casi toda mi actividad en Chad la hago con los niños con daño cerebral y también enseño aplicando y enseñando a madres a aplicar técnicas de estimulación y rehabilitación neurológica. Además, veo la patología traumatológica no quirúrgica y las alteraciones neurológicas», detalla la rehabilitadora.
Por ello, la especialista está a caballo entre varios centros de niños con discapacidad, además del Hospital de Sant Joseph, para compartir conocimientos, enseñar y tratar pacientes con discapacidades, a veces muy severas. Además, los médicos de Fuenlabrada, junto con los sanitarios locales, han conseguido salvar a cientos de pequeños de la desnutrición y del VIH.
Peña avala el trabajo realizado en el centro de discapacidad de Bébédjia. «Lo llevan unas misioneras colombianas, hijas de María Auxiliadora, que trabajan de maravilla». El objetivo es sensibilizar a la población para que entienda que «hay limitaciones funcionales que son recuperables y que los discapacitados no son personas ‘de quinta’, es decir, que pueden aprender un trabajo y pueden ser productivos para la sociedad».
«Ahora que ha llegado sor Mabel, que además de directora del centro es fisioterapeuta y enfermera, tenemos una oportunidad de mejorar y de darle un empujón al proyecto de discapacidad infantil», destaca la doctora Peña.
Añade que en la zona «hay muchas congregaciones religiosas católicas que son las únicas que están soportando las condiciones del Chad desde hace 40 años».
Por otra parte, ser un niño huérfano es el Chad es «un problemón tremendo porque se les manda con familiares, que le acogen y le utilizan como esclavo». La suerte que corren los bebés o niños con discapacidad es descorazonadora, porque «se les deja morir». Y a los bebés no se les suele llevar al hospital «porque todo cuesta», dice la doctora. «Por eso, en el Hospital de Saint Joseph de Bébédjia la atención es gratuita para animar a las madres a venir con los niños afectados por malnutrición severa».
Otro de los grandes problemas del Chad es la falta casi total de electricidad. Según la doctora, la población ha asumido vivir en la oscuridad, y que falte la luz en el Hospital de Saint Joseph «puede significar que un niño con una malaria gravísima y con una anemia no sobreviva hasta el día siguiente».
COOPERACIÓN ‘PIONERA’
Para paliar estos males, cinco médicos y enfermeras de ‘EnganCHADos’ trabajan durante todo el año recaudando fondos. Para ello, organizan tres misiones asistenciales en Chad durante un máximo de cuatro semanas al año. Gracias al convenio de cooperación entre el Hospital Universitario de Fuenlabrada y Saint Joseph, los profesionales no deben consumir sus vacaciones, ya que el hospital madrileño les mantiene el sueldo como si estuvieran trabajando en otra área del hospital.
Se trata de algo «pionero en la sanidad», ya que se ha hermanado un hospital en un país en Tercer Mundo con el Hospital de Fuenlabrada. A ello se añade que este centro sanitario madrileño dona gran parte del material que llevan los médicos españoles al Chad, medicación y material sanitario y quirúrgico.
Todo comenzó durante una campaña quirúrgica solidaria en la que el cirujano Alfonso Antequera acompañó al oftalmólogo Pablo Bohórquez al Hospital de Saint Joseph en el Chad. «Alfonso se encontró algo distinto, a una población mucho más pobre y, sobre todo, a una persona, la misionera comboniana Elizabeth Raúle, que pedía ayuda para que no cerrara su hospital, centro que casualmente atiende a un número de personas muy parecido que el Hospital de Fuenlabrada», relata la especialista en Rehabilitación.
Según sus creadores, el proyecto ‘EnganCHADos’ es diferente a los proyectos sanitarios con los que, con más frecuencia, suelen colaborar los médicos y enfermeras que se suman a la cooperación internacional. En su caso, «el objetivo cada vez que viajamos no es eliminar listas de espera, sino formar al personal local y mejorar infraestructuras». Así que los médicos y enfermeros del Chad podrán seguir solos si alguna vez cuando faltan los profesionales españoles.
Detrás de ellos está la Fundación El Compromiso, de la que los cinco médicos de este proyecto son patronos, logrando que su labor repercuta positivamente en la salud de toda la zona de influencia del Hospital de Saint Joseph.